# 7 – La primera vez que mentí

Recuerdo la primera vez mentí... también recuerdo la última. Recién. Es que es un estilo de vida. Así como a algunos les gusta Arjona y a otros la zoofilia, a mi me gusta faltar a la verdad. Algunos me llamarán mitómano, pero yo prefiero definirme como “Choly Berreteaga”, una vieja que vende ajo. Divina. Hay otros que venden ilusiones; yo los miro a la noche pero se la pasan gritando en portugués y poco entiendo, así que sigo con el zapping.
Mi viejo me dijo una vez “hay dos tipos de personas, las que mienten y Chuck Norris”, pero como Chuck anda todo el día a las patadas me incliné más por su hermano Phillip. Y no porque ande con vicios, pero si digo que soy pacifista me tengo que hacer vegetariano, y a mi me gusta el asado tanto como mirar Rocky ll y después agarrarme a las piñas con cualquiera.
Esto de mentir me llevo a desconfiar. Cada vez creo menos en todo, tanto que para mi Moria Casan es un caballo disfrazado, ni hablar del cartel que dice “el que te fía no está”. Y no me vengan a decir “envidian mi progreso pero no ven mi sacrificio”. El único sacrificio que conozco es el de mi vieja, que de chicos nos calentaba la mamadera con una lupa. Pero bueno, en la vida no todo es color de Rosas, hay tonos Urquizas, y matices Saavedras.

Choly Berreteaga. 1810.
Nunca me fió un ajo...

El padre Norris. 923 B.C.
Before Chuck.

La gran estafa. Todos los años.
Foto que aparece en cualquier casa de pesca, camping, o excursión y que cuando vas sacas una vieja del agua con suerte (los peces grandes no existen).