# 5 - Un bife a caballo

En el maravilloso mundo de la gastronomía, me considero una nación. Una de esas del subdesarrollo, con una guerra civil, y un gobierno de facto. En cierta oportunidad, cuando me ganaba los días como “sopla fuego”, me zarpé con el kerosene, y mis papilas gustativas se fueron de casa.
Siempre dije que mi plato preferido era el “bife a caballo”. En otro escalafón podrían aparecer otras comidas, pero al bife a caballo no hay con que darle. A lo que si hay con darle es a mi mujer, sostenía Gerardo Mustaphá, el canillita amigo. Y el bife no viene precisamente a caballo.
Se que estas vivencias pueden acarrear controversias, desencuentros y descontentos, pero al final de cuentas nunca llegamos a fin de mes.
Las golpizas que le propinaba Mustaphá a su mujer se hacían cada vez más intensas, pese a que su mujer apelaba: No culpes a la noche, no culpes playa, no culpes a la lluvia, será que no me amas.
Un día, influenciado por el enojo del gobierno hacia los medios, “Musti” no tuvo una buena jornada de ventas. Esto hizo que llegue a la casa como dios lo trajo al mundo... llorando. Marta, su mujer, sin entender la situación le dijo – ¿Por qué llorás maricón? No seas así de flojo y limpiate los mocos pajarolo. Esto desató en Musti una gran ira así como el cinturón.
¿Víctima?, ¿Victimario?, La reflexión se la dejamos al espejo, que para pensar ya tenemos bastante con Paenza.
La vida me enseñó entre otras cosas a no meterme en la intimidad de la gente; la calle me enseñó que el sexo gerenciado no es amor; de Neustadt aprendí que no tiene glamour mostrar un huevo; la verdad de la milanesa la sabe mi abuela, y creo que es el doble pan rayado; y de Sócrates sólo sé que sé nada.

No quiso comerse el Dogui. 1997.
Y luego de eso dijo “Musti? Que apodo de tragasables”.
Al parecer se olvidó que Musti era “Sopla fuego” en verdad.

Solo se que no se nada. 2006.
Wanda Nara

Un tipo con mucha garra. 1992.
Mas tarde me enteraría que la verdad de la milanesa no pasaba por el pan rayado, si no que por los huevos.